Mis Padres

Desde que tengo este blog, que he bautizado como mi blog definitivo, se me ha originado sentimentalmente una deuda conmigo mismo. Es una deuda que me reclama que debo escribir sobre mi familia; en un principio a la ascendente: mi papá y mi mamá.

Pero siempre me detengo y me pregunto ¿Qué escribo sobre el tema? Es que yo me oriento a escribir sobre algo que necesite explicarse.

Entonces he decidido dejar explicaciones apartes y conmutar a agradecimientos. Dejaré esto como esas botellas de vidrio que se botan al mar y que llevan adentro un mensaje escrito en un papel. Porque como ya he escrito antes, este blog no lo lee nadie, ni siquiera mi mamá. Pero ella me llama casi todos los días por Whatsapp para preguntarme si estoy bien (como si de un día para otro las cosas cambiaran tanto) y decirme que me cuide mucho y saludos a un montón de gente que hasta ahí llegan.

En las biografías de grandes personajes de la historia, principalmente en las artes y la literatura, mencionan a la madre del personaje como una guía que les mostró el camino a seguir, un farol indicando el destino en la vida o que sin ellas no habrían encontrado su propósito en la vida. Será por eso que yo salí más hacia la ciencia.

Mi mamá desde siempre ha trabajado mucho para nosotros (sus hijos), nos ha cuidado, siempre trató de que estemos lejos de “los malos caminos” y ha limpiado mucho las casas donde hemos vivido.

Pero ¿qué de especial?

Bueno, quizás nunca me ha dicho algo que realmente me ayudara, es decir, los consejos de siempre: cuídate mucho, no le hagas caso a nadie, no hagas esto y lo otro, tranquilo quédate en la casa. Si hubiese seguido sus consejos me imagino que sería algo como un profesos de inglés en Santa Teresa del Tuy, muy pendiente de no tomar riesgos.

No obstante y en contraste con todo lo anterior creo que fue la causante de mi mayor y más preciado recurso que tengo en la vida, que me ha acompañado siempre de manera inseparable. Tengo un pequeño artículo en Quora donde explico algo relacionado.

¿Por qué fue la causante?

Por ejemplo mi mamá me vestía para ir a la escuela con una camisa totalmente blanca y planchada. Me bañaba antes de ir. Luego me peinaba asegurándose de que apareciera la línea del peinado. Luego cuando llegaba a la escuela los otros niños que estaban allí iban despeinados, sucios, con ropa arrugada y sin bañarse (vale, ya mencioné sucios, se asume que no se bañaban). Ya se imaginarán lo que pasaba. Cada día que iba a la escuela significaba un nuevo conflicto y así pasaba mi infancia, de un conflicto a otro.

Mi mamá hizo exactamente lo que tenía que hacer para que creciera desarrollando una alta capacidad en la solución de conflictos.

Pero por mucho tiempo solo recordaba que no me dejaba leer, pero eso no era lo que estaba pasando. Y la culpa no es de ella, fue que yo no salí el hijo que ella esperaba. ¿Qué esperaba? Pues que fuese como la gente a su alrededor, como sus hermanos, sus tíos, etc.

Ella esperaba que yo dijera: “oye si mamá, tienes razón voy hacer lo que usted dice”. Ella sin saberlo ocasionó que yo no fuera así, si no más bien un muchacho tratando de exprimir el cerebro para encontrar la salida del atoyadero con un muy mínimo de recursos; convirtiéndome de todo menos en ese hijo hogareño que dijera: “sí mamá yo la ayudo a limpiar”.

¿Que podría abalar lo que digo?

Recuerdo mi primer trabajo como ingeniero; fue en Guarenas, en la fábrica de vidrios de la internacional Owens Illinois, que entré como pasante del instituto universitario. Me habían asignado un escritorio para redactar los procedimientos habituales. El primer día de trabajo dejé sobre el escritorio una serie de cosas tales como manuales, cuadernos y lápices, creo que hasta un vaso. Por esa oficina pasaba mucha gente y había personal que trabajaba en las noches. Y no habían muchos escritorios, estaba ese, otro para el ingeniero de turno y otro para el supervisor en su oficina.

Al día siguiente, cuando regresé, algo normal para cualquier humano del planeta resultó para mi tremendamente inusual: las cosas estaban donde las dejé el día anterior. La conclusión fue que ni siquiera alguien llegó a tocar algo. El supervisor estaba allí y se quedó extrañado por mi reacción, quizás pensando en rasparme la pasantía por bicho raro.

También por mucho tiempo tuve el paradigma de que el piso no se ensucia, eso era para mi como tutear al respetable profesor con canas de la universidad.

Al punto que siempre había usado el lavamanos o la regadera cuando me afeitaba. Trataba que ni un pelo cayera afuera en el piso. A veces hasta esperaba salir del apartamento para llevarme el cortauñas y cortármelas camino al tren porque en el piso no era una opción.

No fue hasta que conversando con un pana en Nueva York sobre cortarme el cabello, algo le dije al respecto que me respondió: “coño que caigan en el piso, esa vaina se barre”. El pana lo dijo como algo que todo el mundo hace normalmente. ¿La gente realmente bota cosas en piso el y después lo barre? Pues resulta que sí. Yo era libre de cortarme el cabello o afeitarme y que los pelos cayeran en el piso, lo que tenía que hacer era barrerlo.

Cuántos paradigmas más estaré cargando encima por no uno ni dos, si no más de 20 años donde mi mamá me cambiaba todo de lugar y me decía constantemente que no ensuciara el piso; una simple migaja de pan podía ser un conflicto.

Creo entonces que muchas de mis maneras de pensar de hoy en día vienen de la misma fuente que hizo que me extrañara que en aquel escritorio encontrara todo como lo dejé el día anterior y que por largo tiempo viera el piso como algo inmaculado e insuciable. Los efectos seguramente no se limitan a esos aspectos y estoy muy agradecido de eso.

Si hoy me ofrecieran la posibilidad de cambiar algo del pasado que pusiera en peligro quien soy hoy en día, me negaría rotundamente. Me siento tremendamente afortunado con quien soy y no lo cambiaría por nada del mundo y creo después de todo es gracias a mi mamá.

Algo parecido describe Tony Robbins sobre su infancia, al parecer fue bastante fuerte porque su mamá era adicta a las drogas y él tenía que lidiar con eso y con un pocotón de hermanos, al punto que la mamá dependía mucho de él. Él explica que eso lo ayudó para desarrollar las capacidades cognitivas que lo han llevado a donde está actualmente: un coach motivasional de gran prestigio y autor de varios libros exitosos.

Pero entonces la mía se los llevó por los cachos a todos, logró lo mismo sin nada que ver con drogas ni cosas semejantes. Solo a punta de hacerme buscar soluciones. Como por ejemplo ver una película sin que ella se diera cuenta para que no me obligara a apagar el televisor, si lo lograba veía la película, si no, no la veía, así de simple.


Habiendo dejado claro que lo más preciado que tengo en la vida es gracias a mi mamá, paso a mencionar que no es lo único que tengo que agradecer.

Le agradezco que me llame todos los días y que a su vez me entienda cuando le escribo que no me llame. Sé que en el futuro quizás esa característica mía me pese. Pero para mi es estresante una llamada entrante porque tengo que dejar lo que estoy haciendo y ponerme en cuerpo y alma a disposición de la llamada; y creo que es culpa de mi mamá.

Mientras crecía, mi mamá me enseño indirectamente a aprovechar el tiempo porque el tiempo útil en mi infancia era muy reducido. Tenía tiempos limitados e indefinidos y no sabía cuando terminaría ni cuando volvería a aparecer el otro; eran como olas que tenía que aprovechar. Eso me hizo una persona que algo tengo que estar haciendo todo el tiempo por todo el tiempo que ando en la vida.

Si pasa una hora y no hago algo productivo siento una sensación desagradable dentro de mi como si hubiera hecho algo malo que nadie debe saber. Al punto que si un evento no me va a dejar algo productivo me niego a participar. Como esas fiestas con gente que no conozco en medio de conversaciones sin ningún valor que han llegado a ser hasta de un nivel traumático para mi.

Llegando a veces a tratar desesperada pero disimuladamente de buscarle algún sentido o algún provecho (a veces creo que me lo invento para evitar la sensación desagradable).

Le agradezco a mi mamá haber sido una mujer trabajadora que luchó por mejorar constantemente nuestro estatus en la vida, aunque hayamos ido a parar a Santa Teresa del Tuy y a esa escuelita en el rincón del mundo. Pero gracias a su tenacidad tuvimos vivienda propia en un apartamento y luego en una casa bastante amplia. Con su ayuda mi papá compró un carro que lo usó para trabajar un largo tiempo hasta que un señor nos hizo el favor y se lo robó por allá por Nueva Granada. También gracias a su tenacidad mi papá logró montar el negocio de charcutería en el mercado.

Le agradezco que me haya llevado al cine Los Molinos en Montalbán cuando era niño a ver la película de Mazinger Z; todavía la recuerdo. Le agradezco que me hayan comprado aquella máquina de escribir que necesitaba cuando días antes habían mencionado que sería un gasto fuerte, aún así lo hizo. Todavía la tengo conmigo, claro, con las imperfecciones que dejaron el paso de mi hermano y mi hermana; algún día la voy a mandar a restaurar.

Le agradezco que me haya comprado los libros de El Álgebra de Baldor, Introducción a la Ingeniería Electrónica de Malvino y El Cálculo Diferencial; los tres también los tengo todavía conmigo en perfecto estado, por suerte no fueron usados ni por mi hermano ni por mi hermana.


Mi papá, algo como el hombre de hierro. Gracias a Dios mi papá era alguien que entiende a sus hijos y con quien siempre pude comunicarme.

Mi papá es una persona con el perfil de un literario, periodista, conocedor. Mi papá ve un error ortográfico a kilómetros de distancia. Compra el periódico todos los días y lee las redacciones de los principales periodistas. Eso me ayudó bastante. Crecer al lado de mi papá fue fundamental para mi.

Con aciertos y desaciertos, su manera de llegar a las ideas o la forma como estructura sus conclusiones es perfecta, siempre he podido conversar con mi papá sin que perdiéramos el hilo lógico de la conversación. Para mi es una tremenda suerte tenerlo como padre.

Todavía recuerdo cuando me llevó de muy pequeño al hipódromo La Rinconada y que tuvo que pasarme por encima del cercado porque en aquél tiempo no dejaban pasar a niños de mi edad.

Le agradezco mucho que me halla ayudado con los estudios en el Instituto Universitario, gracias a eso he logrado muchas cosas.

Le agradezco que me halla ayudado aquella vez a no perder el octavo año cuando fuimos a hablar con el profesor de Salud, hoy en día todavía estoy seguro de haberle entregado el trabajo y ese guevón lo perdió y por eso me iba a raspar.

Le agradezco que, todavía no sé como hizo, convenciera a la maestra de quinto grado para que no me hiciera repetir el año. A un niño que asiste todos los días a la escuela no se le aplaza un año de su vida; difícilmente ocurre aquí en los Estados Unidos. La enseñanza moderna dicta que las grandes mentes de la historia son descuidados en los estudios de la escuela primaria y está trabajando en función de eso. Mi papá sabía lo que implicaría tal evento y tomó cartas en el asunto. La maestra no se arrepintió de haber cambiado eso.

Le agradezco a mi papá que nos haya llevado a Cumaná varias veces en nuestra infancia. Esas fueron vivencias muy importantes.

Le agradezco que me halla llevado y buscado todos los días a la escuela. Le agradezco que me halla comprado aquella colección del libros de ciencia. Le agradezco enormemente que me haya comprado a mi y a mi hermano las barajitas para llenar los albumes que estuvieran de moda en el mometo. Recuerdo que todos los años salia el album de Mazinger y mi papá nos llevaba el album y luego barajitas a diario para ir llenandolo. También recuerdo el album de los Transformers y uno que era sobre monstruos.

Le agradezco que no le haya dicho nada a mi mamá cuando vio ese pocotón de fotos de mujeres desnudas que había dejado en el baño.

Le agradezco que me haya comprado la primera computadora que tuve en mi vida, era muy necesaria.


Yo a veces recrimino algunas cosas a mi familia pero me he dado cuenta que estoy errado. Yo simplemente pasé por lo que ha pasado la mayoría de los que nacimos en aquella época en esa región del mundo. Lo que pasa es que yo no fui un adolescente típico, y de eso ellos no tienen la culpa. Ellos no tienen la culpa que mientra todos querían una bicicleta yo quería una guitarra. Que mientras otros querían zapatos y ropa de marca yo quería libros. Eso era raro. Y ellos no estaban del todo preparado para esas cosas. Entonces los conflictos tenían que aparecer inevitablemente.

Le agradezco a mi hermano Rodney todo el cuidado y las atenciones que ha puesto en mis padres. Yo me he distanciado un poco y él se ha encargado de todo excelentemente. Y a su esposa Kheyala que ha sido bastante cariñosa con mi familia, espero muy pronto conocer yo la de ella y ser recíproco.

Leave a Comment